Compartir Receta de caracoles en salsa vizcaína, un clásico para chuparse los dedos
Devotos y confesos seguidores de los caracoles, en DAP hemos puesto una pequeña pica en Flandes para recuperar este tapeo que tantas tardes de gloria y barras ha abigarrado. Ahora en desuso, no podemos menos que resistirnos a seguir dándoles salida.
En este caso, a diferencia de cuando los hicimos a la madrileña o a la andaluza, hemos optado por hacer caracoles en salsa vizcaína que, como veréis, es igual de adictiva que las dos opciones anteriores.
Como en toda buena salsa vizcaína casera, lo fundamental es recurrir a un buen pimiento choricero o comprar su pulpa ya preparada, además de pochar con gracia y un poquito de picante las verduras para que tengan un extra de alegría.
Si no os convence el punto de picante de la guindilla lo podéis quitar sin problemas, aunque creemos que le viene bastante bien. Además, si no tenéis guindilla, podéis reservar ese toque con un poco de pimentón picante.
Empezamos esta receta con el pimiento choricero. Si tenemos la pulpa, perfecto. Si no la tenemos, rehidratamos tres pimientos choriceros hermosos en agua tibia, partidos y despepitados, para que se rehidraten mejor. En una media hora habrán recuperado su agua, así que con el dorso de una cucharilla de café los raspamos por la cara interna, quedándonos solo con la carne.
Con esta parte lista, pasamos al turno de las cebollas y del ajo, que picaremos en brunoise o una picada pequeña. Pochamos durante 20 minutos en una cazuela ancha y baja con un chorrito de aceite. Cuando estén cocinados, agregamos la pulpa de los choriceros, la guindilla (aquí, si no tenemos guindilla, es el momento del pimentón picante) e integramos bien.
Dejamos cocinar unos minutos y agregamos el caldo de verduras o el agua, dejamos cocer 10 minutos a fuego medio y trituramos con una batidora de mano en la propia cazuela. Agregamos los caracoles, que habremos escurrido del líquido de conserva, aclarado con agua y secado, y los echamos a la cazuela.
Dejamos cocer todo junto durante cinco minutos más, corregimos de sal y pimienta y servimos en cazuelitas de barro mientras los caracoles están bien calientes.
BRA PRIOR Cacerola alta con tapa de cristal y asas de silicona, 24 cm
Perfectos para el aperitivo, no es que los caracoles en salsa vizcaína necesiten mucha compañía más allá de unas patatas fritas cortadas en cubitos, aunque si lo sacamos del aperitivo puede ser un principal curioso si hacemos un poco de arroz blanco.
Para seguir en el ritmo del aperitivo, ya que nos ponemos en faena clásica, podríamos marcarnos una ensaladilla rusa para hacer la clásica marinera murciana o también, viendo el toque vasco que tiene el menú, apostar por unas gildas.
En DAP | Caracoles a la madrileña: receta de un guiso tradicional en peligro de extinción En DAP | Bacalao a la vizcaína: la receta tradicional de Euskadi (con mucho pimiento choricero y poco tomate)
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