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Como ya habréis podido comprobar no suelo ser muy amigo de hacer postres, aunque la verdad siempre que los suelo preparar el resultado es más que satisfactorio, al menos eso dicen en casa. Uno de los que más me gusta hacer, por su sencillez y el resultado final, es el brownie que, por lo general, siempre salen bien. Pero sí encima es con chocolate blanco, entonces ya es la 'bomba', aunque de este tipo de chocolate se llama 'blondie' en vez de brownie.

En primer lugar vamos a preparar los ingredientes. Por un lado los secos:

-300 gramos de harina de fuerza, y un poco más para enharinar el molde.

-Dos cucharaditas de café de levadura química.

-75 gramos de chocolate blanco picado o pepitas.

-100 gramos de nueces picadas –si tenéis pecanas queda más neoyorkino aún–.

También vamos a necesitar:

-50 gramos de mantequilla, y un poco más para el molde.

-8 cl. de aceite de girasol.

-300 gramos de azúcar moreno.

-También le podéis añadir una cucharadita de extracto de vainilla, pero es opcional. A mí, personalmente, no me gusta.

Comenzamos precalentando el horno a 180ºC, y mientras se calienta fundimos en una sartén la mantequilla a fuego suave. Una vez derretida, la batimos enérgicamente con el aceite, en un bol, al que también añadiremos el azúcar moreno y los huevos uno a uno.

En otro bol vamos a mezclar los ingredientes 'secos' y los añadimos a la mezcla batida, intentando que se integre todo perfectamente. Lo podéis hacer sin problema con unas varillas, pero si queréis con la túrmix no hay problema.

El siguiente pase es enharinar el molde, vamos a untarle un poco de mantequilla y después salpicar la harina quitándole el exceso que pueda tener, pero fijándonos bien que quede adherida al molde perfectamente. Esto evitará que se nos pueda pegar. Respecto al molde, lo ideal es hacerlo en uno cuadrado o rectangular, desmontable si es posible. El blondie no subirá mucho así que no es necesario que sea demasiado alto.

Vertemos nuestra masa en el molde y la intentamos aplastar con una espátula para que nos quede lo mas uniforme posible. Lo metemos en el horno cuando ya haya alcanzado la temperatura y lo dejamos durante media hora aproximadamente –ya sabéis que no todos los hornos son iguales, así que tendréis que utilizar el ojo, pero para comprobar que ya está tendréis que hacer la prueba de la brocheta, que consiste en pincharlo hasta que no salga húmedo, el blondie tiene que quedar duro al tacto–.

Lo dejamos enfriar y lo cortamos en trozos cuadrados.

Si queréis rizar el rizo podéis hacer una especie de glaseado de limón muy fácilmente y cubrir con él la parte superior. Para el glaseado, batimos una clara suavemente, añadiéndole unos 100 gramos de azúcar glas. Una vez obtenida una glasa lisa y brillante le añadís el zumo de medio limón. Vertemos la glasa por la superficie del pastel cuando está frío y dejamos que seque un rato. Quedará endurecida cuando se seque y servirá también para atenuar el dulzor del chocolate blanco.

Un postre o merienda espectacular que estoy seguro os va a encantar.