Madeira, el gran amor de Sir Winston Churchill

2022-10-17 06:29:36 By : Ms. Ada Chen

No es ningún secreto, que el primer ministro inglés Sir Winston Churchill era apasionado por la isla de Madeira por sus emblemáticos vinos, conocidos desde siglos por buena parte del mundo de la buena mesa. En 1950, visitó la capital, Funchal, fue en ese momento cuando el amor a primera vista había nacido.

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Churchill, quien pintaba, retrató en sus telas, los bellos paisajes de la playa de Cámara de Lobos. Hoy, se le recuerda con una bella estatua en la entrada del hotel Pestana Churchill Bay, donde sse le ve admirando, y pintando la ensenada, sus barcos y sus gentes.

Vale la pena conocer este bucólico lugar, para entender las razones de su amor. Si de primeros ministros ingleses hablamos, debo decir que también Margareth Thatcher, era otra personalidad enamorada por los vinos de Madeira.  Una curiosidad histórica: la señora Margareth Hilda Thatcher, en 1951, recién casada con Denis Thatcher, llegó a Madeira para pasar su luna de miel. Cincuenta años más tarde, en 2001 visitaría nuevamente la isla, ya como “La Dama de Hierro” para festejar sus bodas de oro nupciales.

Y la lista de apasionados continúa. William Shakespeare mencionó los vinos madeirenses de la uva Malvasía, a través de su personaje John Falstaff, en la obra teatral Enrique IV, donde se dice que Falstaff ofrece vender su alma, por una copa de vino de Madeira, y una pierna de cordero.

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La admiración del dramaturgo inglés por estos vinos era tanta, que en su obra Ricardo III, el drama termina con el personaje George de York, Duque de Clarence, hermano del rey Eduardo IV de Inglaterra, que pide para ser ejecutado a muerte en 1478 ,por ahogamiento, en un tonel de este vino.

Los norteamericanos Thomas Jefferson y George Washington eran otros fieles admiradores de los vinos de la isla, a tal punto que la declaración de independencia de los Estados Unidos de América, después de firmada, fue brindada con “Vinho da Madeira”.

El emperador francés Napoleón Bonaparte, yendo para el exilio en la Isla de Santa Helena, recibió de manos de Sir Henry Veitch, del British Counsel, un barril de vino de Madeira, de la uva Sercial, de 1792 como regalo. Bonaparte, ofendido, recusó la gentileza hecha por los ingleses, y el barril volvió a Madeira, donde fue embotellado.

Un siglo después otro inglés, Sir Winston Churchill, con el humor fino y sarcástico que lo caracterizaba, al degustar una botella de ese vino de la uva Sercial de 1792, dijo: ¡Pensar que Maria Antonieta aún estaba viva, cuando éste vino fue elaborado!

Madeira pertenece a Portugal, desde que João Gonçalves Zarco y sus navegadores, la descubrieran en 1419 y comenzaran a habitar en 1425. Este archipiélago localizado en el Océano Atlántico, a 520 km de Marruecos, tiene siete islas siendo apenas dos habitadas.

Su nombre se debe a la exuberancia de sus florestas tropicales, que acabaron por proveer de madera en abundancia, a los colonizadores portugueses, y a su metrópoli. Rápidamente el “Infante Don Henrique”, mandó importar desde Sicilia, el cultivo de la caña de azúcar, y así en poco tiempo, esta isla encantadora, sería el reino del “oro blanco” y de sus deliciosos rones.

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Pero no solo de rones, ni de panes,  vive el hombre. Es imposible pensar en Portugal y no pensar en fantásticos vino. La vitivinicultura del país tiene aproximadamente unos cuatro mil años de existencia. Por eso, a partir los primeros días de 1450, también la Isla de Madeira rápidamente se transformó en el escenario ideal para producir vinos “únicos y originales”, de calidad internacional que han encantado el mundo.

El proceso de elaboración de los vinos de la Isla de Madeira, es único. Sí, no hay otro vino como Madeira, pues durante la fermentación es posible “fortificar” el vino con aguardiente vínico, y luego someterlo a un proceso de calentamiento que puede tener dos variantes:

El sistema de “estufagem” en el cual el caldo tiene un calentamiento a casi 50°C durante tres meses, para posteriormnte ser embotellado. Por otro aldo, el sistema de “canteiro”, es el envejecimiento en toneles de roble americano usado por al menos dos años, en los altos áticos calientes de las bodegas, y que, luego dan origen a vinos más emblemáticos, de acuerdo a las edades de añejamiento.

Por haber sido fortificados con aguardiente vínico, sus vinos pueden tener entre 17,5% y 21% de graduación alcohólica. Los vinos de la Isla de Madeira son muy longevos, Justamente, la riqueza de alcohol, el sistema de añejamiento, y la excepcional acidez, son la fórmula perfecta para estos vinos de guarda.  

Si pensamos en armonización, sus vinos más secos pueden enfrentar ostras y otros frutos del mar y pescados ahumados, foie gras, terrinas diversas, sushi y hasta quesos frescos de cabra u oveja. Los vinos dulces, piden frutos secos, quesos azules como Gorgonzola, Roquefort, Cabrales, Stilton o Danish Blue. Así  como en clásico maridaje: Habanos.

Personalmente me gustan con Partagás Série D número 4. Tuve la oportunidad de degustar un vino seco Solera de la uva Sercial, de 1860 y les juro que fue un momento excepcional: aromas potentes e intensos de frutos secos varios, sándalo, tabacos, y maderas finas envejecidas. En boca, se confirmaron todos los aromas preanunciados en nariz. Coherencia y complejidad. Intensidad, potencia, elegancia y final enorme. Con etrogusto potente y concentrado, lleno de nota de cáscaras de frutos cítricos y maderas. Un elixir.

Esta oportunidad, se la debo al amigo Antonio Pais, a quién nunca dejo de agradecerle este momento inolvidable en la bodega Blandy´s. 

Y hablando de hoteles, paisajes, vinos y comida espectacular.  Cuando se visita Madeira, una cita obligada es almorzar o cenar en el Porto Cliff Bay, en el restaurante Avista, con el chef Joáo Luz  quien yá pasó por restaurantes de alta gama en Oxford, Inglaterra, Barcelona y Toledo en España. Trabajó con estrellas Michelin como el conocido Chef Benoit Shinton, en “Il Gallo d’Oro”.

Su visión ecléctica se refleja en sus platos al mejor estilo confort food. Cuando supo que amo México, me confesó que es un gran admirador de la gastronomía mexicana, y que ¡hasta tiene su propio jardín con chiles! Él ofrece un menú innovador de seis tiempos,  impecable.  Todo comienza por salmón curado, tartar de novillo con sus jugos y salsas. Pasamos al pez espada, mejilla de cerdo negro portugués, y finalizamos con una compota casera tropical de tomate inglés y lluvia de queso San Jorge DOP, admás de un milhojas de fresas crujiente y fresco.

Para terminar, un rico café con un bombón de chocolate pintado con oro. Vinos: Champagne Pommery NV Brut Royal de inicio a fin, con intervenciones de un blanco Casa de Saima Viñas viejas 2019 de la D.O. Bairrada, y de final, un Esporáo cosecha tardia de la D.O.Alentejo. Todo en este lugar conspira para tener un recuerdo inolvidable.

Ahora entiendo el amor de los ingleses por esta isla encantadora, quiero mi nombre registrado en la lista de enamorados por Madeira. 

*Mike Taylor es sommelier y consultor que ha recorrido el mundo en búsqueda de los mejores vinos y bodegas.  

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